Alfonsina Storni
El mundo que siempre añoró Alfonsina Storni
Por: Cristina Court
Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en el sur de Suiza, en una aldea llamada Capriasca, perteneciente al cantón del Tesino. Su familia se trasladó a San Juan, Argentina, en el año 1896. Su obra sería considerada como uno de los máximos exponentes del posmodernismo argentino del siglo XX. Su técnica mostró una libertad rítmica nunca antes conocida y abordó temáticas relativas a la emancipación de la mujer, al misterio, al erotismo y a la crítica social.
La infancia de Alfonsina revistió cierta tragedia en cuanto a la propia fortuna familiar. Desde muy joven hacía labores de costurera y trabajó de camarera en el “Café Suizo”, negocio que su padre emprendió en el seno de la estación ferroviaria de Rosario. Su madre, Paulina, fue una mujer alegre que poseía cierto nivel cultural y degustaba del talento musical, sin embargo, hubo de resignarse a los vicios del alcohol que su padre frecuentaba y atormentaron el recuerdo de la autora. Alfonsina no soportaba verse recluida al ámbito doméstico y derivada de una innata inquietud por el teatro, desempeña su primer papel en La Pasión en el año 1907, lo que condujo a una gira teatral por el país de la mano del director José Tallaví.
En el año 1909 inició sus estudios en la escuela de maestros rurales. Aquellos años serían decisivos en la vida de Alfonsina, pues al quedarse embarazada, decide desligarse de los prejuicios que le acompañarían y asentarse en Buenos Aires, sin apenas recursos, arrastra una maleta de poemas y libros de Rubén Darío. En un esfuerzo impetuoso de emancipación, trabajaría en ambientes precarios, de cajera de farmacia, administrativa, etc., donde, de nuevo, sentiría su cándido espíritu recluido.
1ºEtapa: “Esteparia”: La inquietud del rosal (1915), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920):
Su primera etapa, a la que hemos denominado “esteparia”, se inicia con la publicación de su primer poemario en el año 1915, La inquietud del rosal y gracias a su valentía y constancia, pudo incorporarse a la revista Nosotros en el año 1916. Este poemario se caracteriza por una actitud polémica y contestaria, cargado de ironía y sarcasmo, así como de amargura y rebeldía. Alfonsina viviría en una soledad audaz e invasiva, “Yo soy como la loba, ando sola y me río del rebaño”. Para la autora, el amor resultaría algo inevitablemente trágico e infernal al verse constreñido a las normas del patriarcado. En el año 1918, publicaría El dulce Daño, que reúne poemas amorosos de gran calado, donde muestra la amargura y serenidad que le provoca la búsqueda de un amor virtuoso, “Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía, (…), ahora soy un ánfora de perfumes vacía” (Dulce tortura).
En 1919 publica Irremediablemente, en donde muestra un extraordinario uso del lenguaje, alcanzando una gran popularidad. Un año más tarde, en 1920, publica Languidez, de mayor nostalgia, anhelo y serenidad, “Ahora quiero amar algo lejano, algún hombre divino, que sea como un ave” (esta tarde). Con esta obra, Alfonsina recibe dos galardones de gran importancia: el premio Municipal y el Premio Nacional de Literatura.
Alfonsina compagina su trabajo literario impartiendo clases a niños desfavorecidos dentro del gremio del Partido Socialista de Lavanderas Unidas. Es de destacar que, durante esos años, se populariza uno de sus poemas titulado “Tú me quieres blanca”.
2º Etapa: “Tenue interludio”: Ocre (1925) y Poemas de amor (1926).
Este periodo puede considerarse un puente hacia su última etapa, comienza con la publicación de Ocre en 1925, en donde dedica uno de sus poemas a la escritora uruguaya Delmira Agustini, a quien admiraba y sentía devoción. En esta obra salen a relucir ciertas temáticas relacionadas con la feminidad concebidas por la autora como una problemática tanto individual como social. De clara influencia nietzscheana, esta obra se incardina en el otoño del alma, por su sobriedad y madurez intelectual “Si en una de tus casas, Buenos Aires, me muero, viendo en días de otoño tu cielo prisionero, no me será sorpresa la lápida pesada”.
3º Etapa: “Lúgubre estepa”: Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1937): Esta última etapa, influenciada por el vanguardismo, se inicia con la publicación en 1934 de su obra Mundo de siete pozos, en donde podemos asistir a una ruptura con la rima y el formalismo de la métrica y su predilección hacia el mar y el litoral. Alfonsina atraviesa un periodo de gran popularidad y reputación intelectual, sin embargo, se encuentra subsumida en una profunda soledad; “Agrio está el mundo, inmaturo, detenido, sus bosques florecen puntas de acero”. (Agrio está el mundo). En el año 1937, se publicaría su última obra, Mascarilla y trébol, donde puede apreciarse un sentimiento de desasosiego y despedida, como se releja en su poema póstumo “Voy a dormir”; “Si él llama nuevamente por teléfono, le dice que no insista que he salido”.
El mundo que siempre añoró…
Alfonsina Storni sobresalió por su audaz destreza en la escritura, donde supo reflejar sus mayores anhelos y pesares, ya desde niña, mostró una concepción del mundo alejada de la ideología dominante y de los valores del patriarcado. La sobriedad y amargura que su obra reviste viene aparejada del profundo desencanto que su alma resiente. Arremete frente a las injusticias sociales que su conciencia es incapaz de comprender y que, además, se agravan por el hecho de ser mujer, y sentir que ha de luchar por una emancipación que le otorgue la libertad que tanto anhela. Siempre añoró otro mundo y de ahí su incansable lucha por los derechos de la mujer y la valentía con que asumió su acérrimo destino. Fue una poeta de sensibilidad esteparia que no se coartó a la hora de expresarse, a través de la ironía y el sarcasmo, dejándose llevar por un instinto, hasta entonces, casi inaudito. Su lenguaje no pretende ser artificial ni ser un alarde de intelectualidad filosófica, sino que solo recurre a él a través del hastío y la desilusión. Alfonsina fue aquella poeta que escribía a horas intempestivas, sentada en las escaleras, en vehículos en marcha, en lugares públicos, donde el gentío no podía percibir su profunda tristeza. Expresó en cartas el deseo de suicidarse, “El mar sube por el canal de mis vértebras”, como así ocurrió en la playa de “La Perla” del Mar de Plata en octubre de 1938 cuando padecía una enfermedad oncológica, siendo su obra el legado que impulsa a persistir en aquello que Alfonsina siempre añoró;
“A los que como yo nunca realizaron uno solo de sus sueños”.
Prólogo de Languidez (1920)
Bibliografía:
Aliar 2015 Ediciones S.L. (2020): “Poemas”. Alfonsina Storni. Colección Ánade.