Manuela Herrera Molina

Una mañana del veinte de noviembre del cincuenta y nueve, mi madre me trajo al mundo, sin saber qué me podía acaparar mi existir, ni siquiera podía prever que la vida me rompería caminos y quebraría días de mi niñez. Solo… me parió con la ilusión de toda madre. Que mi paso por la vida fuera sencillo, feliz y liviano de penurias.
Con diez u once años abandoné mi querida escuela, por distintos motivos ajenos a mí (quedé sin estudios). Niña… sí, pero la vida ya me había expuesto a duras pruebas. Yo… me cobijé en el mejor amigo que podía tener…, un libro, él me era fiel, leal, me dio libertad, me dio cultura, experiencia y amor. Y sobre todo aprender a sobrevivir. Él fue quien me puso en la mano un lápiz y un papel.
Nadie me enseñó a luchar ni a vivir. Me hice a mí misma, para bien o para mal. Siempre he dicho que soy una persona analfabeta, pero sin embargo, aquí estoy dando lo que tengo dentro e intentando estar orgullosa de mí.