La Pesadilla Americana
Por Rocío Álvarez González
“Es patético que no podamos vivir con las cosas que no entendemos. Que necesitemos que todo esté etiquetado, explicado y deconstruido. Aunque sea del todo inexplicable. Aunque sea Dios.”
CHUCK PALAHNIUK
La pesadilla americana
Corría el año 1994 cuando la disertación postcolonialista que realizó Bhabha en “El lugar de la Cultura” ya proponía una reinvención de ciertos discursos ante una realidad híbrida e incluso transnacional. Ayer a 26 de enero de 2021, 27 años después, el tiburón comunicacional Disney decidió bloquear obras clásicas en su plataforma Disney+ como Peter Pan, Dumbo o Los Aristogatos para el público menor de 7 años por las referencias racistas que residen connotativamente en sus representaciones.
En octubre, tras la iniciativa Stories Matter la plataforma ya incluyó un protocolario comunicado al inicio de estas películas advirtiendo de las representaciones negativas susceptibles de ser punibles por la crítica popular. Bajo el motto: “en lugar de eliminar este contenido, queremos reconocer su impacto nocivo, aprender y fomentar que se hable sobre él para crear entre todos un futuro más inclusivo” , muchas son las críticas que han tachado a la iniciativa de revestirse de un revisionismo excesivo.
Otro texto similar con mayor involucración editorial fue el de Warner Bros sobre los Looney Tunes. Se mojaban más admitiendo que presentaban “prejuicios raciales y étnicos que fueron habituales en la sociedad americana” y que aunque no sean actuales, son presentados tal y como fueron concebidos originalmente. Porque hacerlo de otro modo sería lo mismo que admitir que esos prejuicios nunca existieron.” Por su parte, HBO Max, también incluía el aviso sobre el contexto histórico en Lo que el viento se llevó.
Lo cierto es que estas representaciones culturales que la corporación denomina en el comunicado como “obsoletas” no gozarían de tal impunidad diplomática aún, puesto que la ridiculización de ciertos colectivos sigue sufriendo ese reduccionismo al absurdo, disfrazándolo de caricaturización.
Si entendemos como estereotipo sobre todas las definiciones específicas, el conjunto de percepciones que de antemano se tiene de un determinado colectivo en base a repetición y generalización, también podemos hablar de la radicalización de éste y entraríamos a hablar de prejuicio o discriminación, sirviéndose de ello para justificar la hostilidad al individuo o colectivo que prejuzga.
El diálogo residiría en si mostrar estereotipos y tópicos realmente prolifera la construcción del prejuicio. Dumbo, por la parte que le toca, contiene a un grupo de cuervos referenciando a afroamericanos, donde para ser más explícios, se usa el nombre de “Jim Crow’’ , fetiche atávico usado para insultar a hombres negros en Estados Unidos.
Más que el estereotipo, muchas de estas obras pecarían de esta antropomorfización del animal para suavizar como nobles productos fantásticos una reprochable carga ideológica, sobretodo si tenemos en cuenta al público al que van dirigidos y su percepción pasiva del contenido rayano al adoctrinamiento.
Es entendible que en una época en la que las obras intentaban desasirse de los brazos de la censura, de este recurso tiraron desde las fábulas hasta las anotaciones críticas que enfatizan la mirada recelosa de los personajes de La Colina de Watership, novela de Richard Adams y los de Rebelión en la Granja de Orwell. En otra liga, la presencia de este cóctel referencial ha estado viva en la mayoría de obras fílmicas a las que podemos tener acceso. Algunas más acertadas y otras menos, como el patinazo de Mickey Rooney en Desayuno con Diamantes o la bien retirada “Canción del Sur”.
Volviendo a los personajes literarios, siempre ha existido el estereotipo que condiciona y estructura las conductas de los personajes limítrofes a su subtrama o inmersos en ella. Es necesaria la introspección a la que el espectador debe acudir para romper el estigma, fuertemente arraigado en la cultura americana donde se exportan y normalizan la mayoría de significantes prejuiciosos: desde Tom Sawyer a Los Hardy Boys y pasando el atlántico hasta nuestras estanterías desde la mítica Tesis de Nancy de J. Sender a la más reciente California 83 de Pepe Colubi pasando por la Fiesta de Ernest Hemingway.
En un país donde las demandas están a la orden del día, el volantazo a la izquierda de estas empresas son la garantía de tener un chaleco antibalas, más proclive a reflexionar sobre la farsa en torno a lo políticamente correcto más que a la tendencia censuradora que ya le ha costado a Disney una caída en bolsa de -1,97.
Quizás un breve texto al principio de sus películas menos “limpias” sea insuficiente para una sociedad que ha expuesto al escarnio público a multitud de colectivos en todas sus representaciones ficcionales, desde la comunidad afroamericana hasta los nativos americanos y dentro de su propia estirpe ha sesgado la dignificación de sus propias clases y elegido a dedo la denigración de sus propios barrios.
Ubaldo Cuesta decía que la influencia es inconsciente, es decir, el estereotipo no es innato sino aprendido por “La Hipótesis del Contacto Intergrupal“ , que en condiciones homogéneas de contacto podría llegar a erradicar la aversión que genera lo diferente y contribuir al entendimiento.
El estereotipo o la etiqueta no es negativo per se, puesto que según autores como Tajfel actúan en la construcción de un “yo” donde es pertinente la identificación con un grupo y sus cualidades. Si bien también es pertinente acercarse a las obras de ficción con la conciencia de que el estereotipo tiene carácter hiperbólico y no literal, la autocrítica generacional y el revisionismo de nuestros patrones de representación es vital para avance no sólo como sociedad civilizada sino como seres humanos.