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Poenimios

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Poenimios

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Poenimios*

Poesía

Allí donde se encuentran el aforismo, la máxima, el refrán, el proverbio, la sentencia, la ocurrencia, el koan, la sorna, la roncería, el poemínimo y, aún, el chiste; ahí, es donde nace el poenimio.

Desde agosto de 2022, y con el fuego arrasando la comarca del Palancia y las sierras de Espadán y Calderona, llamaré poenimio a ese poema tan nimio (pequeño, minúsculo, menudo, diminuto, exiguo, breve, escaso, trivial, banal, insignificante, frívolo o baladí —RAE, 2021—) que no llega a ser poema, sino un juego de indirectas, conceptos y apotegmas surgidos de la deformación consciente o inconsciente de la consciencia.

A veces, el poenimio es una visión turbada y ofuscada de una frase preexistente. Otras veces, es la nimia tergiversación del aspecto más superfluo de aquello que llamamos realidad, comúnmente aceptada como tal, que le aporta un nuevo enfoque y nuevas sendas que peregrinar.

A veces, el poenimio es solo un chiste, un guiño, una chirigota expelida hacia la nada que necesita de la amable y bondadosa complicidad del condescendiente contertulio que se anime a su lectura.

En cualquier caso, el poenimio quiere ser una nimia mónada de aquello que llamamos «mayéutica», en tanto duda, pregunta y/o cuestión irresoluble.

*Que no poemínimos, aunque la intención de homenaje/ofrenda/plagio es obvia…

***

© Manuel Miguel Hervás Lino, 2023.
© Poenimios
© ALIAR 2015 Ediciones S.L.

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Páginas: 114
Tamaño: 15 x 19 cm
Cubierta: 300 gr. Mate.
Interior: Offset 90 gr. Ahuesado.
Solapas: Sí.

ISBN: 978-84-19603-54-8
DL: GR 22-2023

Contiene marcapáginas

Impreso en España

Autor

Manuel Miguel Hervás Lino

Manuel Miguel Hervás Lino, según cierta información que obra en poder del Ministerio, viene al mundo a las cero horas y cuarenta y cinco minutos de un miércoles de septiembre. Casi ocho años después comienza su dedicación a la que es y ha sido desde entonces su vida y su pasión: la música. Recuerda aquel verano en el que los despropósitos de un tal Gustav Mahler, los arrebatos de ira de Tchaikovsky y las reconciliadoras experiencias del loco de Stockhausen lo empujaron a convertirla, también, en su profesión. Después llegaron el arte sonoro, la música electroacústica, las campanas y la poesía, todas (tanto monta, monta tanto) en su justo momento y en la dosis apropiada. Aunque siempre ha deseado ser mejor poeta, mejor músico y mejor persona, por ahora llega hasta donde llega, y de momento es lo que hay…
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